jueves, 8 de septiembre de 2011

Ella.

Lo cierto es que suelo tender a derrumbarme, a caer al vacío sin ser capaz de sostenerme a la cuerda que se supone, debe llevarme a una superficie segura, un lugar perdido en la libertad donde pueda volver a sonreír.
Pero... y si nadie me acerca ese suporte? qué si no hay nadie que me tienda la mano, que me empuje hacia seguir luchando?
Es entonces cuando caigo en definitiva, cuando termino por ahogarme en el más profundo y oscuro rincón. 
Es entonces, cuando el dolor que consume mi cuerpo asciende rápidamente cuando ya lo creía imposible.
Todo parece dar vueltas, creo desvanecer, terminar por derrumbarme y simplemente esperar a que la luz de un muy lejano nuevo día, termine por despertarme...
Pero no es así. No, aún no ha terminado; y es que, ella es en lo último que pienso cuando rendida,
me disponía a cerrar los ojos.
Y sí, creo que es el momento, y es que, casi de milagro, consigo levantarme... y corro. 
La abrazo con fuerza, sé que ella no puede sentirme, pero me basta su presencia. 
Es ella quien percibe mi dolor sin que yo diga nada, quien permanece a mi lado hasta que el sol vuelve a brillar. Es ella a quien cuento todo lo que llego a sentir; a la primera a quien le abro mi corazón. 
Compartimos lágrimas, sonrías, ilusiones y esperanza, tristeza, decepciones... 
Pero finalmente, acaba siendo por ella cuando a falta de "una cuerda" el simple viento me lleva hasta la cima, hasta la superficie a la que llego flotando como el aire... junto a ella, volando fundidas en una melodía; una nueva ilusión, que juntas, a la espera de "aquella cuerda" que ahora seis muy diferentes han sustituido, hace que la oscuridad desparezca sin la ayuda de ninguna otra luz que la de la felicidad indescriptible, a causa de aquello que ella y yo acabamos de crear.


                        



                

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