La culpa fue mía por creer en tus besos, por pensar que a partir de ese momento aquella istoria que parecía ser sacada de una película seguiría su curso entre nubes rosas y más tardes junto al mar.
Culpa mía el haber construido mil ilusiones junto a ti, buscar utopías y lugares secretos a donde huir de tu mano, crear un mundo propio ajeno a la realidad en el que solo existiríamos tú y yo.
Ahora, tú has roto ese mundo, pintado mis nubes de gris, desaparecido con tu orgullo dejando atrás todo aquello que un día dijiste desear junto a mí, aquello en lo que se suponía, ambas creíamos plenamente; los besos en los que yo he de dejar de creer.